Despidiéndose de mi amor

Capítulo 258



Capítulo 0258 

Silvia pensó que Julio se iría pronto por su propia voluntad, pero en los dias siguientes, él para su gran sorpresa estableció una sucursal de su empresa en Aguablanca. Y, además, la instaló cerca de donde 

ella vivía. 

Tenía que admitir que Julio era un genio en los negocios, capaz de triunfar en cualquier lugar. Conoció a varios magnates de la ciudad, 

uno por uno. 

Cada mañana, Silvia recibía flores y costosos regalos, todos los 

cuales terminaban en la basura. 

Un día, fue más allá y compró toda la zona donde ella vivía, 

mudándose a la casa de al lado. Desde el balcón, la podía 

diariamente observar. Silvia lo descubrió mientras componía música 

en su balcón al aire libre. 

-Si te gusta vivir aquí, nos quedaremos aquí –dijo Julio. 

Silvia no lo miró, solo recogió detenidamente las partituras y se 

metió en su cuarto. 

Por otro lado, Adrian llegó con su equipo para renovar la casa. Al ver a Julio parado solo en el balcón, mirando de manera constante, hacia la casa del lado. Estas seguro de querer ver a Silvia. 

-Señor, ya compramos la casa del lado. Si quiere ver a la señora, puede ir cuando lo desee. 

Después de confirmar los sentimientos de Julio, Adrian había 

cambiado la forma en que se refería a Silvia. 

La casa de Silvia fue alquilada. Adrian acababa de recibir las llaves y se las entregó en ese momento a Julio. Julio las tomó, las miró por 

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unos segundos y luego preguntó: 

-¿Cómo están las cosas allí? 

-Los veteranos de la empresa han sido controlados, solo Andrés y su esposa Luisa están tramando algo a escondidas. 

Julio dijo con desprecio: 

-No te preocupes por ellos. 

Para él, esas dos personas no representaban una fuerte amenaza. Ccontent © exclusive by Nô/vel(D)ra/ma.Org.

-¿Y Lucas? -le preguntó Julio. 

Adrian vaciló por un momento antes de responder: 

No lo sé. Desde que usted dejó Brasmo, Lucas también se fue de casa y ahora no sabemos dónde está. 

Los ojos de Julio destellaron con gran preocupación. No le inquietaban Andrés y su esposa, pero sí su hermano menor. 

-Investiga dónde está -le ordenó. 

-Sí–respondió Adrian. 

Julio quiso encender un cigarrillo, pero al recordar cómo Silvia había sentido náuseas por el fuerte olor la última vez que la abrazó, se contuvo un poco. 

-¿Crees que todavía está enojada? le preguntó Julio a Adrian. 

Adrian se quedó perplejo, sin saber cómo responder. ¿Cómo iba a saber si Silvia todavía estaba enojada? Además, Julio la había tratado mal durante tanto tiempo; ¿cómo podría esperar que unos cuantos regalos solucionaran todo en lo absoluto? 

Adrian no respondió, y Julio tomó su silencio como afirmación. 

Al caer la noche, viendo que las luces en la casa de Silvia se 

apagaban, en lugar de usar la llave, él saltó directamente desde el balcón a su casa. 

Silvia no dormía bien. Estando embarazada, y con el estrés de estar en una ciudad extranjera sin poder ver a sus hijos, constantemente tenía muchas pesadillas al respecto de lo que podría suceder. 

De repente, una gran mano la atrajo hacia un abrazo firme. Silvia se despertó de inmediato. 

-¿Quién es? -exclamó 

No podía ver con claridad en la oscuridad, así que mordió la mano del hombre. Julio frunció levemente el ceño, pero no la soltó. Bajó la voz: 

-Soy yo. 

Al escuchar la voz familiar, la fuerte tensión en la mente de Silvia se alivió un poco. 

-Julio, ¿cómo entraste? ¡Sal de aquí! 

Julio, que había hecho un gran esfuerzo por llegar allí, no tenía intención alguna de irse. 

-Ya has tenido suficiente tiempo para estar enojada. No sigas más con este berrinche, ¿de acuerdo? 

-Te lo he dicho muchas veces, no es un berrinche -Silvia lo miró con gran frialdad. 

A pesar de que su mano estaba sangrando por la mordedura, Julio la mantuvo abrazada con fuerza, sintiendo un dolor sordo y profundo en el pecho. 

-Silvia, es la primera vez que me convierto en un marido. 

También era la primera vez que se enamoraba. 


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