Diario de una Esposa Traicionada por Rocio H. Gómez

Diario de una Esposa Traicionada Capítulo 10



Capítulo 10 

Entró el otoño, los días se acortaban y las noches se alargaban. Cuando el auto entró a “El Jardín de la Aurora”, ya estaba anocheciendo. Alrededor de la casa colgaban luces de neón que indicaban que había celebración y creando un ambiente festivo. Paré el auto y, llevando mi bolsa, bajé sin esperar a nadie. Aunque ya lo habia advertido por teléfono, Ricardo insistió en esperarnos en el patio. Por teléfono, aún podia ocultar mis emociones. Pero frente a frente, Ricardo se dio cuenta de inmediato. 

“¿Ese mocoso te ha estado molestando?” La barba de Ricardo temblaba mientras se mostraba listo para defenderme. 

“No.” 

No queria preocupar al anciano y lo llevé adentro preguntándole: “¿No te ha dado dolor de cabeza con este viento?” 

Aunque traté de cubrir a Isaac, el anciano se molestó al ver a Isaac y Andrea bajar del auto uno tras otro. Pero, como también estaba la familia de mi tio, el anciano se contuvo y no dijo nada. Por otro lado, mi suegro estaba feliz de ver a Andrea de vuelta. 

“Isaac, ¿escuché que Andrea comenzó a trabajar en la empresa? Debes cuidarla bien, en nombre de 

Victoria.” Têxt © NôvelDrama.Org.

Eso se dijo en la mesa del comedor. Podría hacer como si no lo hubiera escuchado y seguir comiendo mi comida seriamente. 

Isaac miró mi expresión y dijo suavemente: “Sí, estoy al tanto.” 

“Cloé, tú también debes ayudar a Isaac, y cuidar bien de Andrea.” 

Mi suegro me señaló directamente, preocupado de que alguien en la empresa pudiera hacerle daño a Andrea. Tomé un sorbo de sopa y con indiferencia respondi: “No se preocupe, ahora Andrea es mi jefal directa, ella debería cuidarme a mi.” 

Mis palabras provocaron diversas reacciones en la mesa. 

“Cloé, ya te lo he dicho, si no estás contenta, puedo dejarte el puesto de directora en cualquier momento.” Andrea mantenía una postura generosa y comprensiva. 

En comparación, yo parecía un poco agresiva. 

El abuelo puso su copa de vino con fuerza, claramente molesto, y dijo con palabras afiladas: “¿Dejar? ¡Eso ya es de Cloé! ¿No sabes cuánto vales, este tonto de Isaac se atreve a mostrar agradecimiento asi y tú te atreves a aceptar!” 

“Abuelo…” 

“No, no me llames abuelo, no soy digno de que me llames asi.” 

Escuché a una tía mia decir que Ricardo nunca había aceptado realmente a Andrea. Cuando la madre de Andrea entró a la familia, él también se opuso firmemente. Mi suegro se casó de todos modos. 

Por eso, la fortuna de la familia Montes nunca tuvo nada que ver con mi suegro, recibiendo solo cinco millones de pesos al año para gastos de vida. Nada más. 

Mi suegro rápidamente intervino diciendo: “Papá, ahora está sola y desamparada, ¿por qué tienes que…?” 

“¡Cállate!” El anciano le reprendió con furia. 

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13:00 

Capitule 10 

Sabía que Ricardo no era muy aficionado a Andrea. Pero esa era la primera vez que la veia humillada públicamente de esa manera.. 

Andrea, pálida, se levantó torpemente y dijo: “No debería haber venido hoy, no queria arruinar el ánimo de todos, mejor me vaya.” 

Dicho eso, salió corriendo llorando. 

Mi suegro le dio una mirada a Isaac y le preguntó: “¿No vas a ir a consolarla? Acaba de divorciarse, si le pasa algo, ¿cómo vas a vivir con tu conciencia?” 

De repente entendi por qué Isaac era tan indulgente con Andrea. Si alguien constantemente te recordaba que le debías algo a otra persona, bajo una larga coerción mora ¿quién podria resistirse? 

suspiré 

Cuando Ricardo intentó detenerlo, Isaac ya habia salido corriendo tras ella. Miré su espalda y en silencio. Después de un buen rato, los dos seguian sin regresar. 

Como esposa de Isaac, incluso por apariencias, deberia ir a ver. “Ricardo, voy a buscar a Isaac.” 

“Bien.” 

abrigo para la 

Ricardo asintió y cuidadosamente le instruyó al sirviente: “La noche está fresca, trae un abrigo 

señora,” 

Sali de la casa y vi el Maybach todavia estaba en su lugar, asi que decidi mirar fuera de la casa. 

Justo cuando salia, escuché voces de una discusión:¿Qué pretendes realmente? ¡No me digas que lo que dijiste en el auto fue solo porque hablas sin pensar!” 

Isaac preguntaba con voz severa y se escuchaba intimidante. Esa faceta, solo la había visto en él cuando trabajaba. 

Andrea cambió completamente su estilo suave y tranquilo, llorando y haciendo un escándalo, mirando a Isaac con lágrimas en los ojos como la lluvia sobre las peras en flor. 

“¿Estás enojado conmigo, verdad? Pero es que estoy celosa, no puedo evitarlo, estoy muriendo de 

celos.” 

“Andrea, Cloé es mi esposa, ¿qué derecho tienes para estar celosa?” Isaac respondió con una risa fría, mientras su tono era frio y duro. 

“Lo siento…” 

Andrea lloraba tanto que sus hombros temblaban y le decía: “Ya me divorcié. Isaac, sabes bien qu divorcié por ti.” 


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