El CEO se Entera de Mis Mentiras

El CEO Se Novela 362



Capítulo 362

En sus ojos claros relucía una astucia encantadora; aún permanecía en los brazos de Luis, mientras el semblante de Alberto se ensombrecía visiblemente.

Aquella mujer tan cautivadora.noveldrama

Luis estaba profundamente hechizado por ella, ¡realmente era impresionante!

-Raquelita, te he traído de compras, ¿has visto algún vestido que te guste?

La vendedora, con prontitud, presentó un vestido de encaje. -Este vestido resalta maravillosamente la belleza de la dama.

Raquel asintió. -Quiero probármelo.

-Por supuesto, adelante.

Tomando el vestido, Raquel se dirigió al probador.

Ana, por su parte, sintió cómo su buen humor se desvanecía, estiró la mano y tiró levemente de Alberto. -Alberto, mira, te lo dije, Raquel no tiene buenas intenciones, ha seducido a Luis y parece que él está completamente embelesado por ella.

Alberto, con los labios apretados, guardó silencio.

Fue entonces cuando Luis se acercó y dijo: -Presidente Alberto, después de todo, usted fue esposo de Raquelita. Gracias por haberla cuidado anteriormente; de ahora en adelante, no tendrá que preocuparse por ella, yo me encargaré.

Alberto observó a Luis; entre los dos hombres, igualmente atractivos y distinguidos, se

percibía una tensión palpable.

Las chispas volaban alrededor.

La voz de la vendedora interrumpió el momento: -Ya está lista.

Ambos hombres se giraron al instante; Raquel emergió del probador ataviada con el vestido de encaje.

El vestido ajustado delineaba a la perfección su figura curvilínea y suave; el encaje adornado con diamantes en la parte superior complementaba a la perfección la falda larga. Raquel, con el cabello recogido de manera elegante y una expresión serena, caminaba con pasos ligeros.

La mirada de Alberto se fijó en Raquel y se mantuvo allí durante un largo tiempo.

En ese instante, su vista fue bloqueada cuando Luis se adelantó, mirando a Raquel con satisfacción. -Raquelita, estás absolutamente hermosa. Capitulo 362

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Raquel dio una vuelta, claramente complacida con el vestido. -Me lo llevo.

Luis sacó una tarjeta bancaria negra y la entregó a la vendedora. -Lo compraremos, pase la tarjeta.

La vendedora comenzó a explicar: -Este vestido es hecho a medida, y todos los diamantes están cosidos a mano, por lo que su precio es considerablemente elevado...

Luis la interrumpió de inmediato: -Solo pase la tarjeta.

-Por supuesto. -respondió la vendedora con una sonrisa.

Ana observaba cómo Luis gastaba una fortuna en Raquel, lo que la llenaba de celos hasta el punto de hacer enrojecer sus ojos.

Observando la figura encantadora de Raquel, con su generoso busto y caderas y una cintura esbelta, Ana reconoció el potencial de Raquel para seducir a los hombres; el vestido parecía haber sido hecho especialmente para ella.

De repente, Ana exclamó: -¡Espera!

La vendedora se detuvo.

Tanto Raquel como Luis se voltearon hacia Ana.

Con arrogancia, Ana declaró: -Raquel, parece que tenemos el mismo gusto; también me gusta

el vestido que llevas.

La vendedora, visiblemente incómoda, aclaró: -Señorita, todos los vestidos de nuestra tienda

son exclusivos.

Ana sonrió presuntuosamente, pues eso era precisamente lo que deseaba.

Mirando fijamente a Raquel, dijo lentamente: -Raquel, quiero el vestido que llevas puesto. Quítatelo y dámelo.

Ana deseaba arrebatarle el vestido a Raquel.

Luis intentó intervenir, pero Raquel lo detuvo con un gesto negativo de su cabeza.

Ana agarró el brazo de Alberto y exigió: -Alberto, quiero ese vestido. Cómpramelo y lo usaré

para que me veas con él.


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