La Heredera del Poder

Capítulo 193

“Shitala, ¿dónde compraste ese vestido de noche? ¡Es precioso! Seguro que es de diseño exclusivo, ¿verdad?”

Gabriela respondió: “Este vestido no solo tiene un diseño atractivo, sino que también tiene una función muy especial“.

“¿Qué función?”

Gabriela continuó explicando: “Es un vestido con temperatura ajustable“.

“¿Temperatura ajustable?” La incredulidad se pintó en los rostros de los presentes.

Gabriela asintió levemente y comenzó a mostrar las maravillas del vestido con temperatura ajustable. Content protected by Nôv/el(D)rama.Org.

Los asistentes dudaban que realmente existiera una prenda con tal característica revolucionaria.

Al ver que no convencia a todo el mundo, Gabriela levantó el ruedo de su vestido, dejando ver parte de su pierna radiante, “Tocad este tejido y lo entenderéis“.

Con cierto escepticismo, tocaron el borde del vestido.

La fiesta se celebraba en un lugar semiabierto.

En diciembre, Ciudad Real ya se encontraba en pleno frío invernal.

Las presentadoras vestian ropas ligeras y tiritaban de frío, pero de la falda de Gabriela emanaba un calor constante y especialmente acogedor.

“Shitala, ¿puedo tocar tu mano?” preguntó con timidez una presentadora de cabellos. largos.

“Claro que sí“, asintió Gabriela.

La presentadora tomó la mano de Gabriela y sintió que estaba

cálida.

Comparada con ella, era como comparar hielo con fuego.

A pesar de llevar vestidos igual de ligeros, las otras presentadoras se congelaban, pero la mano de Gabriela estaba tan cálida que finalmente se creyeron que su vestido podial ajustar la temperatura realmente.

Una invención así era una bendición para las presentadoras que constantemente debian caminar por alfombras rojas y viajar al extranjero!

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“¿Gabi, dónde compraste ese vestido?”

“¡Quiero uno igual!”

“Yo también.”

Gabriela dijo: “¿Qué tal si creamos un grupo? Luego les paso el enlace de la página web, aunque hay que reservar sus vestidos con anticipación.”

Una vez finalizado el desfile por la alfombra roja, Gabriela se dirigió a los asientos del público.

Al verla llegar, Natasha no pudo contener su emoción y dijo, “¡Gabi, estuviste increíblemente genial hace un rato!” Al principio, temía por Gabriela, pero ella logró darle la vuelta a la situación y ganar con

estilo, aplastando a Yolanda. Natasha se sintió tan emocionada que incluso comenzó a interesarse profundamente por el ajedrez.

“¡Gabi, cómo es que eres tan impresionante!” Añadió Natasha.

Gabriela se tocó la barbilla, con un semblante pensativo y dijo: “¿Será porque soy

atractiva?”

“¡Exacto! He revisado y ninguna de las presentadoras es tan guapa como tú. No sé qué le pasa a Yolanda, antes me parecía linda, pero ahora que la veo de nuevo, de repente me parece un poco fea…”

Gabriela solo quería hacer un pequeño acto de vanidad, pero Natasha realmente la halagó mucho.

Sin embargo, Yolanda sí era un misterio,

especialmente durante el juego de ajedrez:

Gabriela entrecerró los ojos, sintiendo que algo no cuadraba con Yolanda.

Después de todo, como podría alguien que siempre había brillado tanto apagarse de

repente?

Al ver a Gabriela distraída, Natasha agitó su mano frente a sus ojos y la preguntó. “¿En qué piensas, Gabi?”

“En nada importante“, respondió Gabriela, volviendo al presente.

Natasha continuó: “Acabo de ver que mi ídolo, el Sr. Iker, también está aquí. ¡Me muero por pedirle un autógrafo! Pero hay tanta gente que me da pena acercarme…”

Gabriela estaba confundida y preguntó. “¿Sr. Iker? ¿Cuál Sr. Iker?”

ilker Dorado! Mira, está sentado allí“, señaló Natasha hacia un hombre en la primera

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fila.

El hombre llevaba un traje elegante.

Le resultaba familiar.

De repente, Gabriela recordó la serie de televisión que estaba en emisión. Si no recordaba mal, ese hombre era el protagonista masculino.

“¡Vamos, no hay problema! Hermana Tasha, ¿de qué tienes miedo? No es como si él fuera a comerte“, animó Gabriela.

“Yo, yo tengo miedo…”

Natasha nunca había asistido a una fiesta tan elegante, esa era su primera vez.

Dondequiera que miraba, veía a personalidades que sólo había visto en la televisión o en los periódicos, y eso hacía que se sintiera aún más insignificante.

“No te preocupes“, le dijo Gabriela con una sonrisa. “Hermana Tasha, todos somos personas, él simplemente tiene una capa más de fama, no hay nada que temer.“:

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